jueves, 19 de agosto de 2010

La noche de los tiempos



Antonio Muñoz Molina, La noche de los tiempos, Seix Barral, Barcelona, 2009

En 958 páginas encontramos una fuerte sacudida de afectos y sentidos, provocados por un terremoto con epicentro en el yo, cuya onda expansiva abarca de manera concéntrica nuestras circunstancias personales, familiares, sociales y políticas.
Una voz, que se hace presente, emerge o se transforma en otras, en un fluir de conciencia que provoca que se muevan nuestros cimientos. La toma de decisiones, la valentía o cobardía con que afrontamos la vida, el yo frente a condicionamientos exteriores, el nosotros, los otros, el amor convencional o pasional, la inercia de las costumbres o la atracción de la novedad, las rutinas o el derrumbe de nuestro entorno, las contradicciones humanas, vivir en primera línea escenas de la historia de nuestro país.

Todo percibido a través de la omnipresencia de los sentidos: la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto. Ambientes oscuros y asfixiantes, espacios abiertos y luminosos. No olvido los días en Cádiz, las cartas de la mujer de Ignacio Abel, las esperas y ese final… Estructuras recurrentes, paralelismos, a modo de agarraderas, que simulan y alivian la obsesión del que se siente solo, perdido, sin nada de lo que formaba parte de su vida apenas hacía unas horas, unos días.

Para algunos lectores y lectoras a este libro le sobran páginas, supongo que eso depende de lo que vayas buscando, si no las tuviera no sería el libro que quería escribir Antonio Muñoz Molina. El reflejo del cómo somos, cómo pensamos, cómo deseamos, cómo vivimos. El mundo se puede detener y atraparnos hasta el agobio o la velocidad de los sucesos puede arrollarnos hasta perder la consciencia.
“Quién te ha visto y quién te ve. Quién eres esta noche, suspendido en la nada de un lugar demasiado extraño y lejano como para haber calado todavía en la conciencia,…” (p. 802)

He percibido durante su lectura, entre otras, dos ideas que comparto y que he visto en otros libros: el ¿qué hubiera hecho usted? de El Lector y la de que vivir debe ser construir de La elegancia del erizo.

Este libro me ha acompañado durante algunas semanas y seguirá conmigo durante mucho tiempo.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Qué busco en un libro


Qué busco en un libro, que la vida fluya, que me acoja entre sus páginas, entre sus renglones y que esas palabras pasen a formar parte de mi vida, bien sea durante un rato o para siempre.
Si pienso en un momento feliz, me veo con un libro en las manos, rodeada del bullicio del juego de mis hijos, con la sensación de la presencia cercana de mi marido y la intuición de que las personas a las que quiero, mis seres queridos, están bien.
No recuerdo cuál fue el primer libro que leí, sí vienen a mi memoria las historias y los dibujos del libro de texto El pájaro verde y los Sendas donde leíamos las aventuras de Totó y Panocha o textos de literatura clásica. Las aventuras de los cinco, El fantasma de Canterbury. Recuerdo un verano de adolescente con Lo que el viento se llevó, me impresionaron los atardeceres de Tara
Para mí cada texto era un acertijo, un misterio por desvelar, una aventura en la que siempre esperaba y espero encontrar vida.