jueves, 9 de julio de 2009

El viaje del elefante de Saramago



Por vergüenza torera me lo he terminado, tiene el honor de ser el primer libro de Saramago que me he terminado. Ya empecé Memorial de convento y no hubo manera, después por recomendación de mi hermana intenté leer Ensayo sobre la ceguera y no pudo ser. A Saramago me gusta más escucharlo.
¿Qué me pasa con este autor? Ante el entusiasmo de algunos amigos y amigas después de su lectura, me lo compré en la feria del libro del insti y lo tenía preparado para ser el primer libro del verano. Lo he “sufrido” durante cuatro días, (no sé por qué tengo la sensación de estar blasfemando) no me ha enganchado en ningún momento, pero me lo propuse y lo conseguí. Me encanta leer, disfruto leyendo, sin embargo no encontraba motivos para coger de nuevo este libro, más allá del “a ver si…”. Confieso que después he buscado críticas sobre el libro, las oficiales son favorables, tiene bastantes incondicionales, para mi alivio, también hay muchas críticas que no ven tantas bondades en el libro.
Destacaría algunas citas referidas a la condición humana, la ironía con que trata las costumbres católicas, la caprichosa figura del emperador, las inseguridades de los reyes de Portugal, la relación entre el cornaca y el elefante, pero no he encontrado fuerza, vida, demasiados vacíos…, su peculiar forma de puntuar y uso de las mayúsculas ( nada originales después de las vanguardias) ¿y el humor?... Quién soy yo para cuestionar a un Nobel. Quizás me pase con Saramago como con la tónica que lo he probado poco. Soy filóloga y no me resigno a no ver valor donde otros ven excelencias. Como lectora ingenua no me satisface, supongo que en una relectura crítica sí encontraría todo lo que otros han visto, los primeros, el autor y su traductora y esposa, Pilar del Río, que desde antes de su publicación ya dictaban las líneas de interpretación de este libro.
Me pregunto si el libro habría tenido la misma repercusión si hubiese sido de un autor menos conocido.
Igual hago otro esfuerzo y me lo leo de nuevo “a ver si…”. Ya os contaré.

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